Resultado: Mito
Este es uno de los errores más comunes en el cuidado de la piel: creer que la piel grasa, especialmente si tiene tendencia al acné, no necesita hidratación. La realidad es que todas las pieles necesitan estar correctamente hidratadas, incluso las más oleosas.

Cuando privamos a la piel de hidratación, esta interpreta que hay una carencia y, como mecanismo de defensa, produce más sebo. Esto genera un círculo vicioso: más oleosidad, más obstrucción de poros, más brotes. Por eso, hidratar es clave para equilibrar la producción sebácea y evitar inflamación.
En el caso del acné, mantener una buena hidratación ayuda a reparar la barrera cutánea, que muchas veces está alterada por el uso de productos secantes como ácidos o retinoides. Una barrera íntegra es fundamental para proteger la piel de bacterias, irritaciones y mayor sensibilidad.
La elección del producto es esencial: se deben usar hidratantes livianos, oil-free, no comedogénicos, con ingredientes como ácido hialurónico, niacinamida, aloe vera o pantenol, que aportan agua sin grasa y calman la piel.
Conclusión:
La piel grasa no es sinónimo de piel hidratada. Hidratar adecuadamente ayuda a regular el sebo, prevenir brotes y mantener la piel saludable y en equilibrio.